Primicia exclusivísima de "Si, soy naranja, y que!?"
Del autor de:
"Yo... tengo una abertura..."
Les traigo, les presento... la nueva "cita citable"
"Entonces, yo me acuerdo.... de qué bien que la pasaba con los dos machos..."
El viernes me reuní con mi pequeña prima (que no tiene nada de pequeña, y que mas que prima es una amiga) salimos a beber (bueno, esta bien... sólo bebí yo, ella está haciendo una dieta terriblemente tortuosa) y luego de una cerveza, quisimos partir a un nuevo lugar.
Emprendimos nuestra caminata de la manera apacible que nos caracteriza, luchando contra la adversidad adolescente de la noche en Nueva Córdoba. A mitad de camino, nos cruzamos con un grupo de intoxicados seres que vociferaban sus deseos de ir hacia el que alguna vez fue mi antro de elección. Entorpecida nuestra caminata, tratamos de dejarlos atrás lo más rápido posible; a ellos, imposibilitados para actuar como personas, evidentemente les surgió el deseo de molestar, y procedieron a tocar el pelo de mi pequeña prima, y a llamarme “Eva Duarte” y a tocar mi cabello que estaba recogido en un rodete improvisado (quiero aclarar que dejando de lado la imbecilidad, estos chicos tuvieron la claridad mental de llamarme Eva Duarte y no Eva Perón, puesto que, evidentemente, de Eva Perón no tengo nada, ya que mi cabello es marrón... m?...). Conociendo ya este tipo de acosos, apresuramos el paso, dejándolos unos metros atrás; pero NO, eso no iba a terminar así; del grupo, se desprendió un extraño ser cuyo atuendo consistía en una camisa de nilón estampada con colores chillones y... redundantemente, un chipote chillón en la mano; anonadadas nos quedamos, cuando empezó a perseguirnos, pegándonos con el chipote chillón en nuestras partes (si, dije en nuestras partes) y, en respuesta a nuestros insultos (y golpe de mi parte, aunque sólo un cachetazo en su brazo, no sé empuñar el puño, maldita sea) lanzaba improperios del tipo “ay, mami, así acabás?”
Anteayer (13, creo), imposibilitada de hacer bastantes de las cosas que integran mi rutina para pasar el tiempo adentro del ciber, imposibilitada de obviar a la gente que habita pasajeramente este lugar, fui bombardeada por la realidad sobre los depravados que visitan el ciber – de noche -
-El artesano/el que limpia los vidrios en las esquinas y está tan al pedo que viene a darse la dosis diaria de pornografía.
-El que entra y me mira con cara de rebalso secreción láctea (si, soy tan groncha que esa fue la descripción mas delicada que pude hacer) y es imposible obviarlo por que sé que viene exclusivamente a ver pornografía; no sólo eso, sino que cuando sale, ostenta lo que la gente llamaría una “carpa” (en el momento que me comunicaron esto, fui muy feliz de no tener la costumbre de mirar tobúls).
-La marica tan pero TAN pasiva, que cuando chatea dice que le gusta ponerse pollerita con tanguita y que tiene la colita depiladita (bastante vomitivito el asunto).
-El que ve zoofilia
-El que ve pornografía de asiáticas
-El que lee relatos eróticos sobre incesto
-El clásicón, que entra a pedardas.com
Conclusión :
Que me está sucediendo? Me he vuelto un ser tan extraño que ni siquiera puedo salir a la calle sin experimentar los mas insólitos sucesos?
Aparentemente si.
El Shentelman no es como los otros
Salir con TT no deja de ser una aventura insospechada.Primero estuvimos al reparo... pero los Cadillacs cantados a los gritos por facinerosas adolescentes fueron demasiado, además el reparo no estaba reparándonos mucho (para nada). Y así partimos, hacia allí donde la cerveza se paga poco y tropezarnos está a la orden del día.
Mientras fumo un cigarrillo en la puerta... pienso... y sin querer la imagino caminando, pasando al frente mío, segura, con su largo cabello lacio y brillante ondeando al ritmo de su caminar enérgico pero tranquilo. Sólo mira hacia delante y se puede ver que cada respiro llena sus pulmones de un aire fresco que ella disfruta. Suavemente, se detiene, gira y me mira como si luego de unos segundos recién se hubiera dado cuenta de que soy yo a quien miró unos pasos atrás. Se acerca sin dejar de mirarme a los ojos, el tiempo se agita a nuestro alrededor.
Es una carga pesada no desquiciarse, no perder los estribos (que buena frase “perder los estribos”), pensar racionalmente en las consecuencias. Es terrible lidiar con una mente en el límite de la locura. Las cosas se suceden en la superficie como un cauce de agua, pasan, rozan las piedras, las erosionan lentamente, desgastándolas de a poco, sin violencia.