Arraaaaaan-camé la viiiida diunnnnn tiróoooooooonnn
A veces... me sorprende
5. “... yo tengo una abertura...” (me abstengo de incluir el autor, me da miedo)
4. Pregunta: ¿Qué te insta, como mujer, a sonarte sonoramente la nariz en la pileta de baño de bar en presencia de mujeres que necesitan orinar urgente?
Reflexión: En todos mis años de salidas y resfríos (y estoy hablando de muuuucho moco: yo era la expendedora oficial de pañuelos descartables del curso allá por la escuela secundaria) NUNCA, NEVEREVER, JAMÁS necesité sonarme la nariz en el baño de un bar.
3. Además de ser una tropezadora crónica, con todas las consecuencias psicomotrices que eso conlleva; suelo vivir experiencias inusitadas de toda índole; a continuación, una de las más leves:
Ella y sus taquitos iban caminando apacibles, recorriendo el sendero hacia su hogar... veía a varios metros un pequeño grupo de jóvenes ataviados con lo que ella creyó percibir, disfraces de mariachis – Deben venir a hacer alguna presentación en el hotel- pensó; no, nono, estaban vestidos a la usanza medieval, y cuando ella pasó por su lado, le ofrecieron una serenata... m?... noo... gracias... sonrisa en su cara. Y si, dénle amor...
2. ...Dónde y a que hora? escribí, al pedo por que iba a pasar mucho tiempo y sufrimiento antes de descubrirlo. Yo pensé que iba a ser tedioso, pero soportable. No. Todo sea por una amiga. Ya en nuestro tercer taxi en menos de una hora, todavía sin saber lo que me esperaba recolecté la primera de varias “citas citables”
“...pero es cuestión de suerte, yo el año pasado no estudié y me saqué un 2, y ahora cuando la rendí leí la noche anterior y hice justo 18, jajajaja, de las cuales estaba segura de 4 nomás...” (yo quedaré así de analfabeta cuando pongo el artículo “La” antes de los nombres propios de señoritas? Dios, necesito que no)
Ya en realidad es tarde para describir los urgentes deseos de abandonar ese nido de consumidores de planchitas para el pelo y camperas de cuero negras y sumirme en cualquier antro, cualquiera pobremente decorado, donde la gente no huela a “tengo un trabajo de oficina, dinero de sobra para pagar DIEZ pesos por un trago con gusto a agua y no puedo quedarme en casa un sábado a la noche, que haría? Ver fox sports/una peli de hallmark? Ntz ntz ntz PENSAR!?”
No se preocupe, Lector, si, salí viva de ese lugar, me precipité hacia un bar y desesperada, víctima de estrés post traumático (si, me la paso viendo series policiales, y que!?) grité, reí groseramente, me tropecé, siiiiiiiiiii BEBÍ DEL PIIIIIICOOOOOOOO y como buena grasa orgullosa de su condición, cuando no me vendieron mas alcojol, me fui, me comí un pancho y partí a dormir.
1. El viernes hice realidad el famoso mito, me resbalé con una cáscara de banana.
Bonus track: Ser pelilargo oliendo a mi amiguita con cara de calenchu.