Deditos extendidos
Siempre fui torpe; de niña, mis piernas estaban permanentemente marcadas con los productos de mis abundantes caídas. Raspones, lastimaduras y moretones eran los compañeros inseparables de mis rodillas siempre mugrientas.
Mi madre solía negarme los más simples placeres de una niña del altiplano, como subirme a los árboles, correr carreritas (las cuales siempre perdía contra mi ágil y esbelta vecina del frente, bautizada con mi mismo nombre y nacida a escasos veinte días de mi nacimiento) y, en los veranos, que pasaba en un pueblito vecino, andar a caballo era la máxima prohibición – Sos muy averiada- me decía la muy analfabeta, sentenciándome a la inutilidad eterna.
Mi madre, profesora de educación física y persona muy activa, nunca soportó ver a sus hijas sentadas viendo televisión, o al frente de una computadora durante mas de unos minutos – Si yo hubiera tenido las posibilidades que tienen ustedes... – sentenciaba, con la apariencia de alguien que se sabe imposibilitada, que se sabe vieja, que sabe que el tiempo ha pasado, limitándola.
Mi madre, bendita mujer, no sabe expresar amor mediante un abrazo, un beso o cualquier demostración física; sólo a través de distantes detalles (comprar la golosina que sabe favorita, sucumbir ante el pedido de una prenda de ropa demasiado cara) se puede percibir el profundo amor, la dedicación y los pensamientos siempre dedicados hacia su prole... hacia mí (si, lo dije)
Ella, mi madre, que es culpable de casi todo lo disfuncional en mí, que pocas veces puede superar sus limitaciones para comprenderme, para apoyarme o acompañarme, ella, es quien piden mis brazos cuando me despierto de una pesadilla, con el pecho lleno de angustia; como hace mucho, cuando me acostaba en la alfombra, justo al lado de su cama, lo mas cerca posible del lugar mas seguro que conozco.
13 Comments:
Las madres, sin duda culpables de nuestras anormalidades y de la necesidad de sicoanalizarnos por el resto de nuestras vidas, y sin embargo las amamos.
Feliz día, madres.
Hay que saludar a mamá en su día, que no tiene culpa de nada hasta donde yo sé todas las mamás son falibles por que son humanas, dejen de hecharle la culpa de los defectos propios un vida promedio tiene como 70 años y desde los 15 massomenos uno anda ya solito... si se es choto/a es por uno mismo saludos a su mama!
Don Caboreyes, mire usté, no me sermonee caracho, que esto es un homenaje, ningún "echarle la culpa a mi má" es esto, además yo la saludé hoy tempranititito, obvio, por que es mi má.
Que quería que pusiera? amo a mi mamá por que es perfecta? Prrdff!
Y quien dijo que yo soy chota!!?? Yo dije dis-fun-cio-nal (ojito, no me insulte, eh?)
Lo fundamental de las madres es que van a serlo siempre. No importa cuánto nos odien o nos quieran, salimos de su interior y siempre vamos a querer volver ahí. Lo dijo Freud, mientras se daba con opio y arrinconaba a la vieja.
Su lado tierno y mamuchero me enternece, le cuento.
Mr OT, si si, van a serlo siempre, pero lo de volver a su interior, por favor, esa imagen mental es demasiado para mí. Y Freud me cagó la vida, sino fuera por su maldito psicoanálisis no estaría escarbando cada pensamiento que se me cruza por el cráneo.
Don Yaya, vió? soy un amor (pero ssssshhh no le cuente a nadie, que tengo una reputación que mantener).
A ud se la cagó? Repito: A ud se la cagó? si no fuera por él no estaríamos buscando minas y seríamos felices con nuestra musculosa blanca y la panza de cerveza.
"Deditos extendidos" que tierno... hoy me levante re trolo parece :-S
Ooooooooh, me encantó! Odiamos los homenajes, pero este es hermoso, tierno y... eso. Ji.
Mr OT, usted dice que no andarían buscando minas si no fuera por Freud??? Lo dudo.
Dotorr, no se me aputose, que en este blog somos todos machos, incluso, obviamente, yours truly.
Amiguita, :) ji...
A mí las niñas muy pulcras me dan la sensación de que se asustan con el barro.
Prefiero las rodillas marcadas con huellas de frutilla.
Toda la vida.
Linda postal.
Don José, gracias! la verdad es que yo siempre les tuve bronca a las nenas que podían mantenerse con sus rodillas y vestuario inmaculado (la envidia, vió?) y así quedé, groncha y resentida!
¡¡¡Esa es la media naranja argentina, carajo!!!
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